La vida de los seres humanos está impregnada de misterio. Tu vida, querido lector, porsupuesto que también. Necesariamente esto es así porque somos seres espirituales. Somos criaturas corpóreas, encarnadas, pero a la vez espirituales.
Este misterio va apareciendo ante nuestros ojos a medida que, avanzando en la línea del tiempo, tomamos decisiones, hacemos elecciones respecto al amor.
No deja de contener un enorme misterio la mirada inocente de un niño frente a su madre y su padre. Hay un misterio en esa pareja que se ama de verdad y que daría hasta la vida por el otro sin calculo y sin medida. Hay un misterio en el corazón de un científico que trata con su razón de comprender ciertas cosas y alcanzando la frontera de lo que logró comprender se da cuenta que es mucho más lo que ignora que lo que ha descubierto, y entonces en su corazón dice... "Estoy frente a un misterio que me sobrepasa"