BROWNBACK LYDIA
Cuando la soledad nos cubre como un manto, nuestro instinto es buscar una salida. Cuando no conocemos a Cristo como nuestro tesoro, buscamos una salida en cualquier cosa que podamos ver frente a nosotras: ciertos ha´bitos o excesos, lugares a los que vamos e incluso ciertas relaciones. Parece que esas cosas no solo esta´n ma´s al alcance de la mano, sino que tambie´n, en cierto sentido, tendemos a culpar a Dios por nuestra soledad. No lo conoceremos como nuestro mayor tesoro si nuestra visio´n de E´l esta´ distorsionada, y cuanto ma´s busquemos escapar de nuestro dolor en las cosas terrenales, ma´s distorsionada sera´ nuestra visio´n de Dios. En lugar de buscar una salida de la soledad, necesitamos ir a Jesu´s. Solo entonces descubriremos que E´l es lo que hemos estado buscando todo el tiempo. Y solo entonces estaremos realmente dispuestas a vender nuestras posesiones y adquisiciones terrenales por amor a Dios y su reino.
Jesu´s dijo: Si alguno viene a mi´, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun tambie´n su propia vida, no puede ser mi disci´pulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mi´, no puede ser mi disci´pulo. Porque ¿quie´n de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?. Y concluye todo esto diciendo: Asi´, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi disci´pulo (Lc. 14:26-28, 33). Gran parte de la soledad proviene de la reticencia o de la absoluta falta de voluntad de seguir a Jesu´s si hacerlo significa renunciar a co´mo queremos que funcione nuestra vida.
INCLUYE GUÍA DE ESTUDIO